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jueves, 21 de septiembre de 2017

PROBLEMAS DE COMPORTAMIENTO EN MASCOTAS SENILES

Los estados demenciales son un conjunto de trastornos que se caracterizan por una disminución de las funciones intelectuales de naturaleza orgánica, que produce una desintegración de las conductas sociales del paciente y que frecuentemente presenta un curso progresivo y crónico.
Los perros de edad avanzada con un desgaste del sistema nervioso central presentan un conjunto de síntomas similares a los pacientes humanos con enfermedad de Alzheimer, como desorientación, confusión, falta de memoria y cambios de personalidad. En los últimos años se han observado problemas de comportamiento en perros de edad avanzada, entre 7 y 10 años, con alteraciones en el comportamiento social, exploratorio, trastornos del sueño y en el comportamiento eliminativo, que nos han conducido a clasificarlos como síndrome de disfunción cognitiva o estados demenciales.

Los estados demenciales son un conjunto de trastornos que se caracterizan por una disminución de las funciones intelectuales de naturaleza orgánica, que produce una desintegración de las conductas sociales y personales del paciente y que frecuentemente presenta un curso progresivo y crónico, dentro de los límites normales en función de la edad del sujeto. También se les conoce como deterioro neuropsicológico, demencia o senilidad y, en el mundo anglosajón, se les denomina disfunción cognitiva.

Las funciones intelectuales o capacidad cognitiva corresponden a un estado mental de los animales que incluye memoria, aprendizaje, conocimiento y percepción. Este proceso, en seres humanos, puede ser medido mediante una serie de pruebas objetivas y subjetivas, las cuales son de aplicación muy limitada en los animales.

El proceso de disfunción cognitiva en los animales de compañía corresponde a un estado demencial en el que está comprometido el proceso cognitivo en relación con la edad del animal, el cual puede cursar con sintomatología motora, sensorial o problemas médicos. Una disfunción orgánica o sensitiva, condiciones degenerativas, patologías del SNC relacionadas con la edad o la aparición de otros problemas médicos pueden impactar sobre el comportamiento del animal. Por ejemplo un perro que tiene miedo a los niños puede empezar a ser más reactivo, irritable y agresivo, a medida que empieza a sentirse más incómodo, por un simple problema dental, o por una menor movilidad debida a un proceso degenerativo de las articulaciones.

Los cambios observados en la conducta del animal, que le impiden comportarse como un animal de compañía, son muy frustrantes para el dueño. En la mayoría de los casos, el tratamiento médico es la única forma de reducir el impacto de estos problemas, aunque se trata de tratamientos paliativos que retrasan el avance de la enfermedad. Actualmente, se está utilizando terapia farmacológica, así como terapias de modificación de conducta que influyen sobre el manejo y la modificación del entorno del animal de compañía. Medidas preventivas como la estimulación mental y de ejercicio al animal geriátrico pueden ayudar, así como el incremento de juegos sencillos.
Parece ser que, en este síndrome, uno de los grandes problemas es el mal funcionamiento del proceso de la memoria. La memoria se ve afectada en un gran número de enfermedades: depresión, psicosis, envejecimiento normal, Alzheimer, Parkinson y situaciones de estrés agudo. Puesto que es un elemento fundamental dentro del síndrome, conviene hacer un repaso sobre la formación y recuperación de la memoria de la subregión del hipocampo.

Existen evidencias de la participación de la proteína quinasa C (PKC), la proteína quinasa dependiente del AMPc o proteína quinasa A (PKA) y la proteína quinasa activada por mitógeno (MAPK) en la consolidación de la memoria. La acción de estas enzimas se desencadena por la activación de los receptores glutamatérgicos postsinápticos.
La recuperación de la memoria constituye una de las principales estrategias de supervivencia en todas las especies. En dicha recuperación desempeñan un papel fundamental la PKA y la MAPK, activadas por los receptores glutamatérgicos. En recientes estudios se ha indicado que niveles basales de PKA son suficientes para expresar la memoria a largo plazo, y que en el proceso de recuperación son necesarios los receptores glutamatérgicos, la PKA y la proteína quinasa MAPK, siendo esta última la que juega un papel funcional clave en la capacidad de recordar.

Por otro lado, los fallos en la consolidación de la memoria, también han sido atribuidos a  alteraciones consecuentes al estrés, la ansiedad y los cambios del estado de ánimo. Por ello, merece más la pena actuar sobre estas variables que intentar estimular la consolidación con fármacos a pesar de sus influencias moduladoras.
Conviene señalar que la memoria no es el único componente de la función cognitiva, y que existen otros igualmente importantes como la percepción y la atención. De aquí que durante las sesiones de entrenamiento o educación sea muy importante utilizar unas buenas dosis de motivación para mejorar las capacidades de percepción en el animal, fuera de ambientes que puedan estresar al perro. Por lo cual se deberá trabajar en un ambiente con muy pocos estímulos externos durante ese proceso de entrenamiento.

El estrés prenatal y las manipulaciones posnatales pueden influir en el desarrollo neurológico, produciendo alteraciones cognitivas en etapas posteriores de la vida. La mayor sensibilidad del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HHA), sistema que controla la secreción de las hormonas del estrés, parece ser un elemento clave de los trastornos cognitivos.
La edad es el principal factor de riesgo en el síndrome de disfunción cognitiva, pero la probabilidad de un inicio precoz de los síntomas parece estar asociado con la expresión de algunos genes.
En las alteraciones de comportamiento relacionadas con la disfunción cognitiva juega un papel importante el nivel de ansiedad, la cual constituye un factor de riesgo por la vulnerabilidad que implica para el individuo. La ansiedad está relacionada tanto en los aspectos emocionales del animal como en la vertiente cognitiva, de tal manera que la ansiedad está muy relacionada con el procesamiento de la estimulación externa. Mientras que los estados depresivos se centran especialmente en la información sobre uno mismo. Esto ha llevado a algunos autores a afirmar que la depresión podría estar más directamente relacionada con los procesos de memoria, mientras que la ansiedad podría estar más directamente relacionada con los procesos de atención. El principal efecto cognitivo de la ansiedad sería sesgar la información en el sentido de resaltar la percepción y la valoración subjetivas de las amenazas, resultando potenciados la sensación de vulnerabilidad y el miedo al daño psicológico o físico. Muchos autores indican que la ansiedad potencia diversos tipos de sesgos cognitivos. En particular, sesgos de atención, sesgos de procesamiento en la memoria operativa y sesgos de interpretación.
Otra patología que puede estar asociada con la disfunción cognitiva sería la depresión, ya que son dos enfermedades de alta prevalencia en la edad avanzada. Aunque son patologías que pueden aparecer de forma independiente y coexistir sin aparente conexión, parece existir una correlación entre ambas.
Una vez establecidas la identificación y la localización del síndrome de disfunción cognitiva en perros de edad avanzada, debería descartarse en primer lugar la patología subyacente de origen tiroideo o tumoral para pasar al tratamiento del síndrome desde un punto de vista neuropatológico, como la enfermedad de Alzheimer y psicopatológico, como la ansiedad y la depresión. No debemos olvidar los magníficos resultados que en estos casos se obtienen con las terapias de modificación del entorno y de la conducta.

La psicofarmacología de preferencia para la resolución de los problemas de demencias en animales de edad avanzada se centra en la utilización de fármacos, modificación del ambiente y un plan de modificación de conducta.

Modificación de conducta

Si se diagnostican conjuntamente declive cognitivo y problemas de comportamiento específicos (por ejemplo, ansiedad por separación) deberían utilizarse los protocolos estándar para la modificación de conducta (como se describen en las referencias actuales de medicina del comportamiento) para tratar los signos clínicos y proporcionar la reeducación cognitiva.

Es importante que el cliente comprenda el papel que desempeña la pérdida cognitiva en la manifestación de los signos clínicos del paciente. Al desarrollar un plan para la modificación de conducta, el clínico debería enfatizar sobre los aspectos de aprendizaje y memoria del paciente, y ello puede requerir del cliente una reeducación y un reforzamiento de las conductas previamente aprendidas por el animal.

Modificación del entorno

Las modificaciones del entorno deben ser especialmente consideradas debido a que el paciente tiene limitadas sus capacidades de respuesta. Sería beneficioso procurar un enriquecimiento ambiental por estimulación de las vías auditiva, táctil, oral y olfatoria, así como una mejora de las actividades cinéticas. Como ejemplo podríamos citar el efecto calmante que tiene la música sobre los estados de agitación para mejorar los niveles de confort. En este tipo de pacientes se ha demostrado que proporcionar un ejercicio físico apropiado en intensidad y duración facilita la socialización, y con ello se mejoran las relaciones con el propietario.
Cambios neuroquímicos

Los pacientes con enfermedad de Alzheimer presentan una significativa disminución de la cantidad de neurotransmisores como acetilcolina, dopamina y serotonina en más del 50% y una disminución de norepinefrina en un 25%. Aunque no está muy clara la relación entre las disminuciones de estos neurotransmisores y las demencias, se sospecha que la disfunción colinérgica y dopaminérgica interviene en la asociación de los signos clínicos observados y los déficits cognitivos.

En los perros ancianos pueden aparecer cambios de conducta como comportamientos destructivos, eliminación inadecuada, excesivas vocalizaciones, agresiones, fobias y desórdenes compulsivos. Estas conductas podrían diagnosticarse como cuadros de alteraciones de comportamiento pero también podrían tener relación con una posible disfunción cognitiva. Por lo tanto, es importante considerar la posible relación de estos comportamientos con el declive cognitivo en los animales mayores.

La aparición de ansiedad por separación en perros ancianos puede ser reflejo de un funcionamiento cognitivo alterado. Las posibles causas que podrían explicar este fenómeno podrían ser la pérdida de memoria en el establecimiento de las rutinas previas, un fallo en el paciente para el reconocimiento de sus alrededores en ausencia de los miembros familiares, desorientación espacial o pérdida de los comportamientos desinhibitorios.

El comienzo de la agresión en perros ancianos sin causa médica o neurológica también puede estar asociado con deficiencias cognitivas. Por ello es muy importante hacer una historia de la agresión, sobre todo cuando se dirige hacia los familiares, ya que podría ser el reflejo de una falta de la capacidad de reconocimiento de los miembros de la familia, o del aprendizaje asociado con el estado social de los pacientes, de los comportamientos desinhibitorios o del nivel de estimulación por el estado de agitación. De hecho la agresividad asociada con la agitación se ha observado en pacientes humanos con disminución cognitiva consecuente a la enfermedad de Alzheimer u otras demencias.

La historia de estos comportamientos se vuelve muy difícil de evaluar en la práctica veterinaria. A un 7% de los animales ancianos supuestamente sanos, que aparecen en la clínica para un examen de rutina, se les detectan problemas geriátricos. Por el contrario, datos recientes indican que muchos pacientes ancianos presentan potenciales cambios de  conducta asociados con disfunciones cognitivas. En este sentido algunos autores han indicado una incidencia del 62% de problemas cuando a los propietarios de perros ancianos se les aplicó un cuestionario específico. Muchos de estos problemas no llegan a las consultas veterinarias porque los propietarios presumen que los cambios de conducta que tiene su animal son normales considerando su edad. Por ello es importante tener presente una lista de problemas de comportamiento que pueden presentarse en perros ancianos para el reconocimiento de pacientes con posibles problemas de demencia.
Tratamiento preventivo

Sería recomendable hacer un chequeo a todos los perros mayores de 7 años como medida preventiva para establecer un diagnóstico precoz de alteraciones cognitivas y poder actuar a tiempo, mejorando con ello los resultados del tratamiento. Un ejemplo es el siguiente test. Una detección temprana de estos problemas puede mejorar la calidad de vida, e incluso alargarla.

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